Desencajado y
silencioso, Florencio Randazzo puso en marcha esta semana un taller de
producción de vagones.
Desencajado y
silencioso, Florencio Randazzo puso en marcha esta semana un taller de
producción de vagones.
En su
reaparición pública, tras bajar su candidatura presidencial, el ministro de
Transporte no intercambió ni una sola palabra con Cristina Kirchner, quien
siguió atenta el acto de la Fábrica Militar de Río Tercero por medio de una
teleconferencia.
Aquel mal
semblante del "Flaco", con el entrecejo fruncido, alimentó todo tipo
de especulaciones. No sólo las que aventuraron una ruptura de la relación
personal con la mandataria sino también aquellas que jugaron con la idea de un
quiebre del vínculo político con el Frente para la Victoria.
Sin embargo,
después de aquel cimbronazo que aún lo tiene a mal traer, el funcionario se
comprometió ante la Presidenta a continuar en su cargo hasta el 10 de diciembre
y, siempre y cuando se lo pidan, colaborar en la campaña de Daniel Scioli.
La presentación
de los coches nuevos de la línea Roca y Belgrano Sur, que ya están en el Puerto
de Buenos Aires, es el próximo acto que figura en la agenda del ministro ¿Habrá
allí retrato con el gobernador?
Si no es esa, la
foto del reencuentro de los ex contendientes internos será otra, un poco más
adelante. Pero tarde o temprano llegará, y ocurrirá en el marco de la reformulación
del sistema ferroviario, computado como uno de los logros que nutrirá el
discurso proselitista del Frente para la Victoria.
Desde aquel
fatídico día en que Randazzo se enteró de su mala nueva sólo se topó una vez
con Scioli. Fue en Rosario, durante la celebración del Día de la Bandera. Se
saludaron gélida y descorazonadamente, con un presuroso beso de ocasión que no
pudieron evitar.
El gobernador no
dijo ni mu. El ministro apenas le susurró un resignado "hola", casi
una caricia después de largos meses en los que lo hostigó como "el
candidato de Clarín subordinado al estabishment y con protección de las
consultoras de opinión".
Fue más locuaz
con Carlos Zannini, con quien en estos días habló largo y tendido. El
secretario de Legal y Técnico fue el artífice de su fallida candidatura y por
lo tanto también su consejero. Seguramente habrá habido un reproche de Randazzo
por haberlo dejado en banda para sumarse a la fórmula de su contrincante
interno.
Acaso ese
sorpresivo escenario, del que se enteró por televisión junto a millones de
argentinos, aventó al fuego de su furia y, consecuentemente, fortificó su
decisión de no bajarse a pelear por la gobernación ni aunque se lo pidiera la
propia Cristina, tal como sucedió.
Es tan cierto
que, tras la bendición a Scioli, el funcionario puso su renuncia a disposición
como que se juramentó -y le juramentó a Cristina- cumplir con todas sus promesas;
ya no sólo aquella de ser "presidente o nada", sino también, como
buen perdedor, a acompañar al ganador, haciendo honor a una las máximas del
peronismo.
Del resquemor de
la otra vereda se ocupó Zannini. El ahora candidato a vicepresidente le pidió a
la plana mayor del sciolismo que arrope a Randazzo para capitalizar el
reconocimiento que cosechó durante su gestión.
A riesgo de ser
obvio, hay que decir que el ministro despechado no será parte de un futuro
gabinete de Scioli, ya que ni éste se lo ofrecería ni aquél lo aceptaría.
Lo que subyace, en todo caso, después de tanta bronca y desconfianza acumulada, es la necesidad de una mayor gestualidad pública de los actores en pugna que ayude a cicatrizar las heridas de la batalla.
Lo que subyace, en todo caso, después de tanta bronca y desconfianza acumulada, es la necesidad de una mayor gestualidad pública de los actores en pugna que ayude a cicatrizar las heridas de la batalla.
En la Casa
Rosada aseguran que Randazzo está dispuesto a vociferar ante los micrófonos dos
definiciones que por ahora no salen del cerco de su intimidad.
La primera es su
decisión de votar a Scioli las veces que sean necesarias para que se imponga en
la presidencial. Si esto fuera una obviedad ya habrían cesado las dudas sobre
su permanencia en el espacio oficial.
La segunda es su
certeza de que el 19 de febrero de 2016 llamará a la que entonces será la ex
presidenta Cristina Kirchner para desearle feliz cumpleaños, manifestarle su
afecto personal y reconocerle una vez más su inapelable conducción política.
Será su manera
de mostrarse, tras tantos pases de facturas, como un militante de la causa.
INFO/news
Diego Schurman
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