martes, 12 de marzo de 2013

EXPRESO DE LA BOMBONERA A TAPIALES


Claudio Benetti, el mismo que el 20 de diciembre de 1992 metió aquel gol a San Martín de Tucumán y que le valió el campeonato a Boca, hoy trabaja como maquinista en el ferrocarril Belgrano. “Estoy feliz con este laburo”, dice. Y sorprende: “Nunca más volví a ver el gol a los tucumanos...”.

-Maquinista de tren.

-Sí, ¿qué tiene? -Nada, ¿qué podría tener de malo? 

-No sé, viste cómo es la gente. Se enteran de que estás laburando en esto y piensan que estás en la lona, pero no, loco, ni ahí. Estoy muy bien con este laburo: el sueldo es muy bueno y la gente que conocí acá es un lujo.

-¿Cómo te metiste? 

-Mirá, yo estaba en clínicas de fútbol, pegaba changas jugando con la mutual de Boca partidos preliminares de Copa Libertadores. Me las rebuscaba, pero... Un día apareció un tal señor Albarracín y me metió a laburar acá: hice un curso de 55 días sobre mecánica básica y di el examen. Ahora juego en su equipo del ferrocarril, que se llama La Fraternidad, donde también está el Papu Insaurralde, el de Atlanta; y enfrentamos a otras seccionales.

-¿En qué línea estás? -Belgrano Sur: va de Tapiales a Catán y a Belgrano.

-¿Y cómo es exactamente tu rol ahí? 

-Soy el ayudante del conductor. Tengo que revisar la máquina y chequear que no falte nada y todos los elementos estén normal para entrar a la plataforma. Y tengo que asegurarme de que esté todo bien para dejárselo a mi relevo.

-¿Hace cuánto estás? -Un año exactamente.

-O sea, entraste una semana después de la tragedia de Once. ¿No te hizo repensarlo? 

-No, igual fue en otro ramal. Obviamente no estamos exentos de que nos pase una cosa así, fue espantoso: y todavía no se encontró la verdad sobre lo que pasó. Pero yo te puedo decir que cuando entrás y ves cinco vagones llenos de gente tomás consciencia: las vidas de esas personas dependen de vos.

-¿Se toman más recaudos desde lo que pasó? 

-Sí, claro. La línea tiene mantenimiento diario: ante la mínima duda hablás a la central y te cambian de máquina. Te hacen control de alcoholemia, que si te da 0.0000001 no te dejan subir. Igual, yo ya estaba acostumbrado por el fútbol: no tomo ni fumo.

-Pero se viaja mal...

-Y... Hay un tema que también te excede. Por ejemplo, vos sabés que se puede subir una cierta cantidad de personas, y ves que los pibes van colgados hasta de la camisa del chofer. ¿Qué vas a hacer? No lo puedo evitar yo, porque si te ponés a sacar a la gente no sale el tren...

-¿Nunca pensaste en dedicarte a algo relacionado con el fútbol? 

-No, me saturé. Fue un laburo más y lo cumplí como profesional, pero ya está.

-Igual, debés ser la figura del equipo del tren.

-Eso sí, ja. Igual me sirve jugar un poco porque si no soy un lechón. Imaginate que estoy todo el día sentado. Por eso también voy en bici a trabajar.

-¿Sos un héroe olvidado por el fútbol? 

-No me siento un héroe, sé que quedé relegado en el ambiente del fútbol, pero no espero el reconocimiento de nadie. A lo mejor cuando me bajo del tren para cambiar algo y se dan cuenta de quien soy, se me ponen a hablar. Pero no me gusta decir “yo soy tal, mirá lo que hice”.

-La jugada del gol a los tucumanos, tu imagen trepado al alambrado, ¿te persiguen? 

-Un poco, sí. Pero es un lindo recuerdo. Todos me hablan de la jugada, de cómo me trepé después: pero forma parte de una etapa superada en mi vida.

-¿No la volviste a ver? 

-No, no. Ni quiero. Lo que sí hice fue mostrarles a mis hijos el gol para que vean lo que fui yo en el fútbol.
También les mostré cuando fui a almorzar a lo de Mirtha y me regaló la torta con los colores de Boca. Cuando me invitaron pensé que era una joda. Había mil platos por persona, mil cubiertos... ¡Yo qué sabía cómo comer con todo eso! Soy un tipo común.

Nota de olé

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