Claudio Benetti, el mismo que el 20
de diciembre de 1992 metió aquel gol a San Martín de Tucumán y que le valió el
campeonato a Boca, hoy trabaja como maquinista en el ferrocarril Belgrano.
“Estoy feliz con este laburo”, dice. Y sorprende: “Nunca más volví a ver el gol
a los tucumanos...”.
-Maquinista de tren.
-Sí, ¿qué tiene? -Nada, ¿qué podría
tener de malo?
-No sé, viste cómo es la gente. Se enteran de que estás
laburando en esto y piensan que estás en la lona, pero no, loco, ni ahí. Estoy
muy bien con este laburo: el sueldo es muy bueno y la gente que conocí acá es
un lujo.
-¿Cómo te metiste?
-Mirá, yo estaba
en clínicas de fútbol, pegaba changas jugando con la mutual de Boca partidos
preliminares de Copa Libertadores. Me las rebuscaba, pero... Un día apareció un
tal señor Albarracín y me metió a laburar acá: hice un curso de 55 días sobre
mecánica básica y di el examen. Ahora juego en su equipo del ferrocarril, que
se llama La Fraternidad, donde también está el Papu Insaurralde, el de Atlanta;
y enfrentamos a otras seccionales.
-¿En qué línea estás? -Belgrano Sur:
va de Tapiales a Catán y a Belgrano.
-¿Y cómo es exactamente tu rol ahí?
-Soy el ayudante del conductor. Tengo que revisar la máquina y chequear que no
falte nada y todos los elementos estén normal para entrar a la plataforma. Y
tengo que asegurarme de que esté todo bien para dejárselo a mi relevo.
-¿Hace cuánto estás? -Un año
exactamente.
-O sea, entraste una semana después
de la tragedia de Once. ¿No te hizo repensarlo?
-No, igual fue en otro ramal.
Obviamente no estamos exentos de que nos pase una cosa así, fue espantoso: y
todavía no se encontró la verdad sobre lo que pasó. Pero yo te puedo decir que
cuando entrás y ves cinco vagones llenos de gente tomás consciencia: las vidas
de esas personas dependen de vos.
-¿Se toman más recaudos desde lo que
pasó?
-Sí, claro. La línea tiene mantenimiento diario: ante la mínima duda
hablás a la central y te cambian de máquina. Te hacen control de alcoholemia,
que si te da 0.0000001 no te dejan subir. Igual, yo ya estaba acostumbrado por
el fútbol: no tomo ni fumo.
-Pero se viaja mal...
-Y... Hay un tema que también te
excede. Por ejemplo, vos sabés que se puede subir una cierta cantidad de
personas, y ves que los pibes van colgados hasta de la camisa del chofer. ¿Qué
vas a hacer? No lo puedo evitar yo, porque si te ponés a sacar a la gente no
sale el tren...
-¿Nunca pensaste en dedicarte a algo
relacionado con el fútbol?
-No, me saturé. Fue un laburo más y lo cumplí como
profesional, pero ya está.
-Igual, debés ser la figura del
equipo del tren.
-Eso sí, ja. Igual me sirve jugar un
poco porque si no soy un lechón. Imaginate que estoy todo el día sentado. Por
eso también voy en bici a trabajar.
-¿Sos un héroe olvidado por el
fútbol?
-No me siento un héroe, sé que quedé relegado en el ambiente del
fútbol, pero no espero el reconocimiento de nadie. A lo mejor cuando me bajo
del tren para cambiar algo y se dan cuenta de quien soy, se me ponen a hablar.
Pero no me gusta decir “yo soy tal, mirá lo que hice”.
-La jugada del gol a los tucumanos,
tu imagen trepado al alambrado, ¿te persiguen?
-Un poco, sí. Pero es un lindo
recuerdo. Todos me hablan de la jugada, de cómo me trepé después: pero forma
parte de una etapa superada en mi vida.
-¿No la volviste a ver?
-No, no. Ni
quiero. Lo que sí hice fue mostrarles a mis hijos el gol para que vean lo que
fui yo en el fútbol.
También les mostré cuando fui a
almorzar a lo de Mirtha y me regaló la torta con los colores de Boca. Cuando me
invitaron pensé que era una joda. Había mil platos por persona, mil
cubiertos... ¡Yo qué sabía cómo comer con todo eso! Soy un tipo común.
Nota de olé
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