sábado, 12 de noviembre de 2011

¿En el mismo pelotón, los genocidas y las Madres?

¿En el mismo pelotón, los genocidas y las Madres?

Si hay algo que no tolero es que los gestos de real politik de Cristina sean juzgados, ligera y maliciosamente, como muestras de incoherencia política.


Esos malvados que critican todo se llenan la boca, por ejemplo, hablando de nuestra sociedad con Carlos Menen, sin darse cuenta de que no hacemos más que tenderle la mano a un ex presidente que en su adultez política ha abjurado del neoliberalismo y ha venido a lavar sus culpas en las aguas redentoras de la causa nacional y popular. ¿Por qué se sorprenden? No menos sinuosos han sido los caminos de Boudou, Echegaray, Schiavi y muchos otros, hoy generales de nuestro ejército.

A los que llaman a la puerta no les preguntamos de dónde vienen, sino adónde van. ¿Generosidad, magnanimidad? Nada de eso. Realismo puro. Cristina y Néstor siempre les dieron la espalda a las Madres de Plaza de Mayo (especialmente a las de Santa Cruz, pero también a Hebe), y sabemos bien cómo termina la historia: un día, ya en la Casa Rosada, descubrieron que se consideraban sus hijos.

¿A qué vienen estas reflexiones en tiempos de éxtasis poselectoral, cuando todo debería ser pum para arriba? Bueno, no tanto éxtasis, no tanto pum. Nos pegan los mercados, corriendo detrás del dólar, y nos pegan los medios, dándoles primera plana a los mercados. Y nos pegan por el pragmatismo de la señora. Algunos, estoy seguro, se deben de haber preguntado esta semana: ¿por qué se llevó a la cumbre de Cannes, como gran invitado, al secretario general de la Unión Obreros de la Construcción (Uocra), Gerardo Martínez, que fue buchón de la dictadura militar como agente civil del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército? ¿Por qué este tipo, espía de los represores, es el candidato del Gobierno a reemplazar a Moyano en la CGT?

Ocupada como está en los asuntos de Estado, Cristina no tiene tiempo ni ganas de detenerse en estas minucias, pero yo sí lo voy a hacer.

A ver, es cierto: laburó para los milicos entre 1976 y 1983, los años más oscuros, en los que, según la Conadep, desaparecieron más de 100 obreros de la construcción. Parece que lo suyo era "infiltrarse, espiar y contar". Los organismos de derechos humanos pusieron el grito en el cielo cuando se conoció todo esto, meses atrás, gracias a archivos desclasificados del Ejército nunca desmentidos. Y lo denunciaron. No sé, a mí no me parece tan grave. Se ve que nuestro hombre estaba en busca de la verdad, lo cual lo llevaba a sesudas investigaciones. Además tenía poco más de 20 años. Después, su meteórico ascenso en el gremio de la construcción, hasta llegar a comandarlo, muestra, creo, un ánimo de construir futuro, de construir un país mejor. Es ese esfuerzo el que ahora premia la señora, y que yo aplaudo.

¿Puede liderar la CGT en plena era K? Pergaminos no le faltan. En primer lugar, allí se necesita alguien de carácter, y la Uocra tiene una muy merecida fama de formar grupos pesados (patotas, en lenguaje vulgar) que ponen las cosas en su lugar. Otro: sus rivales del Sindicato de la Industria de la Construcción (Sitraic) la acusan de defender a la patronal, con lo cual nos aseguramos que don Gerardo va a defender a la gran patrona Cristina. Además, si ha seguido siendo leal al Gobierno que deschavó que trabajaba para el Ejército, su docilidad está garantizada. Y el último: fue hipermenemista, si bien nunca dijo, como Néstor, que Menem estaba a la altura de Perón.

¡Ah! Estaba olvidando otra habilidad, o quizá sólo es suerte: la desclasificación de archivos se produjo el año pasado, pero, curiosamente, su nombre había sido sacado de la lista. Después, alguien lo volvió a poner.

Me imagino cómo habrá aprovechado la Presidenta los días en la bella Cannes para terminar de evangelizarlo. El gran objetivo de ella no era la reunión con Obama, ni dar lecciones de kirchcapitalismo al G-20, sino terminar de moldear a Martínez. En largas e interesantísimas sesiones, le habrá hablado de democracia (tema que él ciertamente no desconoce, dada la rica e intensa vida política de la Uocra), de convivencia con la oposición (tema que él ciertamente desconoce, porque nadie se le anima en la Uocra), de las bondades del modelo, de la defensa irrestricta de los derechos humanos, de lo funcional y rendidor que es ser obediente a la Casa Rosada. Le habrá dicho también que a justicieros como Horacio Verbitsky, que tan poco cariño le tiene al "albañil" (así lo llama), no conviene enfrentarlos sino ponerles la otra mejilla. En fin, lo que hace ella todos los días con los que la critican o se le oponen: callarse y seguir trabajando. Callarse es una forma de decir, desde luego.

Tengo para mí que Gerardo Alberto Martínez -tal el nombre completo, junto a su DNI, 11.934.882, con el que aparece en el puesto 2798 de la nómina de personal civil que revistaba en el Ejército en los años de plomo- ha comprendido muy bien todo. No es un tipo al que haya que estar explicándole dos veces las cosas. Puede ser que decidamos llevarlo al timón de la CGT, o puede ser también, ya se verá, que simplemente lo tengamos como un soldado incondicional. En cualquier caso, habremos logrado la maravilla de que una sola persona exprese la Argentina soñada, de simbiosis y coincidencias: dictadura, peronismo de derecha, gremialismo duro, kirchnerismo progre .

Es un milagro: en el mismo pelotón, los genocidas y las Madres

Carlos M. Reymundo Roberts | LA NACION

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