El dueño de Trenes de Buenos Aires (TBA), Claudio
Cirigliano, insistió ayer en que el choque en Once se produjo “por lo que
dijeron las pericias: un problema humano. Debe haber pasado algo con el
conductor que no lo hizo estar en sus cabales para frenar el tren. Los sistemas
funcionaban”. Pero la declaración más llamativa de ayer fue la del
subsecretario de Transporte Ferroviario, Antonio Luna, que es a la vez uno de
los más importantes dirigentes de La Fraternidad , el gremio del motorman, Marcos
Antonio Córdoba. Luna, de manera vehemente, hizo recaer la responsabilidad en
el maquinista al señalar que los cuatro sistemas de freno funcionaban, que el
maquinista no reportó ninguna anormalidad por radio y que otros maquinistas y
guardias dijeron que todo funcionaba de la manera habitual. Luna redondeó diciendo
que tampoco los parachoques jugaron un papel en la tragedia y que lo ocurrido
no se puede atribuir a fallas en el sistema ferroviario que, según detalla, se
viene reconstruyendo tras décadas de declinación. El maquinista Córdoba está
citado a declarar hoy ante el juez Bonadío.
Las imputaciones contra los empresarios de TBA y los
funcionarios del Estado son –según explicaron en el juzgado– muy distintas. Los
ejecutivos de la empresa fueron acusados por estrago –causar un gran daño y
producir muertes y heridos–, asociación ilícita y administración fraudulenta.
En cambio, al ex secretario de Transporte Juan Pablo Schiavi; el subsecretario
de Transporte Ferroviario, Luna, y el titular de la Comisión Nacional
de Regulación del Transporte (CNRT), Eduardo Sícaro, se les imputa
incumplimiento de los deberes de funcionario público. La base contra estos
últimos es que no ejercieron el control que debían.
Ayer fueron liberados dos de los cuatro detenidos: Daniel
Rubio, ex gerente de Administración y Finanzas, y Darío Tempone, gerente de
Operaciones, fueron excarcelados, mientras que Cirigliano presentó un pedido de
detención domiciliaria por su estado de salud, y Carlos Michele Ferrari podría
presentar un pedido de excarcelación en los próximos días. Cirigliano está
detenido en una unidad de la
Gendarmería y lo llevaron ayer a Comodoro Py para que
declare. Fue apresado después de que funcionarios de TBA desalojaran las
oficinas de Retiro, llevándose de allí la documentación que se estaba
utilizando como base para realizar la pericia contable. Cirigliano manifestó
que ni siquiera estaba al tanto de ese movimiento y que el apoderado de la
empresa, los contadores y abogados fueron los que resolvieron el traslado de
los papeles. Bonadío consideró la mudanza como una obstrucción de la
investigación, por cuanto no le informaron previamente y porque tardaron 48
horas en decir a dónde llevaron los papeles. A esto se sumó una denuncia
gremial de que TBA quemó papeles en los talleres Enfer y que fueron retenidas
dos camionetas. En el juzgado todavía no evaluaron esa documentación, mientras
que desde la empresa deslizaron que se trataría de carpetas que no tienen
relación con la pericia contable que se está realizando.
Cirigliano reiteró que no tuvo responsabilidad en el choque
de Once por cuanto los frenos funcionaban y la tragedia se produjo –según
remarcó– por algún problema del conductor. Pero lo más impactante es que ése
fue el mismo argumento de Antonio Luna, quien además de subsecretario de
Transporte Ferroviario es secretario de Política Ferroviaria de La Fraternidad , el gremio
del maquinista. Luna fue ayer muy categórico con las causas del accidente y
dejó en claro que hubo un problema del maquinista. El funcionario y gremialista
describió uno por uno los sistemas de freno, explicó que funcionaban y, además,
remarcó que Córdoba no utilizó la radio que tenía en la cabina para avisar de
la existencia de alguna dificultad para frenar. Es más, Luna detalla los
testimonios de otros dos maquinistas que estuvieron al mando de la misma
formación y del guarda que acompañaba a Córdoba, y detalla que todos son
coincidentes en que no hubo falla. Desde el punto de vista del control, Luna se
defendió diciendo que no era su función controlar los servicios y la seguridad
del Sarmiento: su papel era diseñar políticas ferroviarias y verificar que se
pagaran los subsidios que ya estaban fijados. El funcionario insistió en que no
se puede evaluar el servicio ferroviario como una foto, sino que se debe tomar
en cuenta que todo el sistema sufrió el deterioro de décadas, a lo que sumó la
gravísima crisis de 2001. Pero aun en ese marco –aseguró Luna–, el choque no se
produjo ni por falla en el material ni por una falla en la infraestructura.