jueves, 11 de septiembre de 2014

En vez de reactivar la industria ferroviaria nacional, el gobierno argentino fue de shopping a China

Durante los últimos años, Argentina inició negociaciones para concretar varios acuerdos con la República Popular de China. Entre los acuerdos, hay ocho en materia ferroviaria: dos están en funcionamiento, cinco están para la firma y otros dos en los pasos iniciales de cooperación (ANEXO I). Si se concretaran estos convenios, no sólo dejarán al país con una deuda inicial de 10.000 millones de dólares, sino que también se colocará al país en una posición de dependencia tecnológica inaceptable en materia ferroviaria con el país asiático. La negociación entre los pares impulsaría.

           

La compra de 44 locomotoras y más de 650 coches, con un costo superior a los U$S 1.100 millones, se encuentra en vías opuestas al potencial de desarrollo y capacidad del Estado Argentino para reactivar la industria ferroviaria. De este modo, se anula la posibilidad concreta de fabricar nuevos materiales rodantes y reabrir talleres para la reparación y actualización de locomotoras y vagones -que generan diversos puestos de trabajo de alta calificación-.
La compra de 500.000 toneladas de rieles UIC 54, de producción china, se encuentra muy lejos de impulsar un plan siderúrgico. “El acero más caro es el que se compra”, fue una de las tantas razones para que el Gral. Savio impulsara el Plan Siderúrgico Argentino que dio como resultado la creación de Somisa -Sociedad Mixta Siderurgia Argentina- el 11 de julio de 1947. A fines de los años 80, Somisa tenía más de 11.000 trabajadores a pesar del desguace sufrido durante la dictadura militar.
La planificación y construcción de los subterráneos y del sistema ferroviario estará a cargo de cinco empresas de origen chino. En estos acuerdos, no hay ninguna mención que especifique un cupo mínimo para el contrato de profesionales argentinos. Esto es una clara indicación de que los acuerdos son del tipo “llave en mano”. Es decir, que no sólo se compra material importado proveniente de China, sino que también se está adquiriendo valor agregado de profesionales extranjeros. De esta manera, el Estado Argentino se estará endeudando por trabajo extranjero, mientras que en nuestro país existen más de 30 universidades públicas que forman los profesionales que podrían desarrollar la tecnología apropiada.
Todos estos convenios indican una clara falta de políticas concretas para generar los espacios necesarios para reindustrializar realmente nuestro país. .Se cede la fabricación de material rodante, la producción de acero, su planificación y su construcción. Sin embargo, lo más peligroso es que Argentina no exija la administración de sus ferrocarriles, y es ahí donde cabe preguntarse sobre la función que realmente se le dará al ferrocarril. Raúl Scalabrini Ortiz dijo: “Aún cuando las empresas inglesas no hubiesen cometido tropelías, ni sobornado presidentes, ni burlado la ley, su función nociva hubiera existido igualmente porque el mal fundamental deriva de la función imperialista del ferrocarril como instrumento de dominación semicolonial” [1].
El Belgrano Cargas es una red que se extiende por todo el norte argentino y que tiene como terminales los puertos del Litoral y de Buenos Aires. La decisión de rehabilitarlo no es un dato menor. Su primera fase será el ramal Rosario – Chaco, la segunda es Chaco – Salta. Lo curioso es que en Chaco empresarios del Estado de China están interesados en invertir en la producción de soja, trigo, biodiesel, arroz y madera [2]. Asimismo, en Salta están negociando en las áreas de minería, exploración y explotación de hidrocarburos y en el sector tabacalero [3]. También, cabe destacar las relaciones comerciales que ya existen: el “equilibrio” comercial de los primeros nueve meses del 2010 significó que más del 96% de las exportaciones a China sea materia prima o productos relacionados y que más del 80% de las importaciones sea maquinaria, vehículos y manufacturas. (ANEXO II)
De esta manera, el Belgrano Cargas significará, ni más ni menos, que el transporte barato para poder exportar materias primas por los puertos, en una lógica de dependencia similar a la que teníamos con Inglaterra en el siglo XIX con los ferrocarriles ingleses. Nuevamente, los grandes capitales construirán las infraestructuras capaces de dominar las relaciones económicas de un pueblo que supo ser independiente y soberano.
Los ferrocarriles deben ser del pueblo argentino, de lo contrario, encarnarán el antiprogreso.


                                          Federico Ferrer y Martín Scalabrini Ortiz


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